La fuerza de voluntad

Nada hay más fuerte que nuestra voluntad cuando realmente estamos orientados hacia nuestras metas.
La fuerza de voluntad
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 08 agosto, 2022

Ya decía Albert Einstein que “hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Este atributo es uno de los más definitorios de nuestra especie.

La fuerza de voluntad es una capacidad que podemos aprender y desarrollar. Es como un músculo, se puede entrenar. Así como para los atletas resulta imprescindible la preparación física y mental, también para nosotros prepararnos para lograr nuestros objetivos será una labor fundamental.

¿Cómo definir la voluntad?

Etimológicamente, la palabra voluntad procede del latín voluntas-atis, que significa “querer”. Pero este concepto implica otros muchos factores:

  • La capacidad de tomar decisiones, eligiendo una posibilidad entre varias.
  • La tendencia o anhelo por algo que nos permite la oportunidad de descubrir.
  • La determinación que concreta y se relaciona con la capacidad de evaluar y aclarar nuestras metas.
  • La acción, como factor definitivo para la puesta en marcha de aquello que queremos.

Cuando la voluntad ha adquirido fuerza y vigor, nos ayuda en el empeño de conseguir nuestros deseos e ideales, constituyendo esa fuerza motriz tan necesaria que nos empuja a caminar hacia adelante a pesar de las dificultades. Tiene dos ingredientes insustituibles, como señala el psiquiatra Enrique Rojas: la motivación y la ilusión.

Mano representando la fuerza de voluntad

La voluntad nos determina

Todo comienza por un deseo, pero para realizarlo no basta con anhelarlo, sino que ese deseo tiene que transformarse en algo que queremos, es decir, algo guiado por nuestra voluntad y motivación. Voluntad, en un primer momento, es elegir, y cuando elegimos también renunciamos, incluso cuando no lo hacemos estamos tomando una elección.

Como expresaba el filósofo William James, “Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección”.

Elegir, en el caso de la voluntad, es apostar por algo que nos ilusiona que se encuentra en la lejanía y a lo que llegaremos con dosis de esfuerzo y paciencia. Siendo nuestra meta el estímulo para la acción, sobre todo en los momentos más complicados. Pero, realmente, aquello que nos va arrastrando es nuestra motivación.

En ocasiones, podemos observar la meta como positiva pero el proceso para llegar a este puerto, difícil y costoso. ¿Cómo fomentar aquí nuestra fuerza de voluntad?

Lo primero es saber si es algo que deseamos realmente conseguir. Cuando obtengamos la respuesta, si esta es afirmativa, tendremos que ir sabiendo hacer nuestra exigencia atractiva, no perdiendo de vista nuestro horizonte. Todo esfuerzo, de una u otra manera, genera una recompensa, pues solo quien sabe esperar tiene la capacidad de utilizar la voluntad sin las prisas de recoger frutos inmediatos, entregándose con ardor a la consecución de su objetivo.

Si lo pensamos, el verdadero objetivo de la voluntad desembocará en conseguir la victoria sobre nosotros mismos.

Educar la voluntad

Ya lo hemos mencionado anteriormente la voluntad es como un músculo que se puede entrenar. Pero ¿cómo hacerlo? Para ello debemos tener algunas cuestiones claras.

La importancia de la persistencia

La voluntad se vale de un aprendizaje gradual y progresivo, a través de la repetición de acciones en las que a veces nos encontramos vencidos, luchamos y caemos, pero donde tenemos la fuerza suficiente para volver a levantarnos. Es como si fuéramos adquiriendo hábitos, requiriendo mucho esfuerzo en los primeros momentos.

Hombre corriendo para entrenar su fuerza de voluntad

Una de las cosas fundamentales es tener claro que los beneficios, en la mayoría de las ocasiones, no se obtendrán de inmediato. De hecho, caminamos en un trayecto a largo plazo en el que la libertad de tomar decisiones constituye una de los factores cruciales del núcleo de la voluntad, puesto que esta inicia nuestro sendero hacia la realización de nuestro proyecto personal. 

Este proyecto se caracteriza por presentar varias luchas contra obstáculos que, si los superamos, llegaremos la cima de nuestro desarrollo.

¿De dónde viene aquello que te motiva?

La motivación debe ser nuestro principal motor, pues generará la fuerza necesaria hacia los contenidos que la mueven. Y para ello, tenemos que saber lo que queremos para preparar la voluntad hacia la lucha, teniendo nuestros objetivos claros y bien delimitados. Así mismo, recuerda que debemos renunciar a todo aquello que nos distraiga.

Hay que tener en mente que estamos cultivando lo que en un futuro serán nuestros frutos. Nuestra voluntad será esa semilla que hemos plantado y que irá creciendo, si trabajamos para ello, dando sus frutos a medida que nuestra lucha personal no cede, insistiendo una y otra vez en su cuidado y crecimiento. Así, iremos gobernándonos más a nosotros mismos desarrollando nuestra capacidad de voluntad, a través de la constancia.

La mirada en la meta

Equilibrar los instrumentos en proporción con los objetivos propuestos también es una tarea importante, buscando la armonía entre los fines y los medios, conociendo nuestros puntos fuertes y débiles, elaborando estrategias para ello y consiguiendo una buena proporción entre nuestras aptitudes y limitaciones.

Y no olvidemos que el proceso de educación no tiene fin, pues la vida continuamente nos sorprende con situaciones inesperadas que nos obligan a reorganizar el esqueleto de nuestra trayectoria personal. Es por eso la voluntad, en concreto su educación es algo continuo.

No obstante, ten presente que fallar y caer hace también parte del proceso, así que trátate con amabilidad y cuida de tu salud física y mental.

¿Realmente estoy persiguiendo mis sueños?

Por último, si en algún momento sentimos que no tenemos fuerza de voluntad, podemos preguntarnos a qué creemos que se debe. ¿Estás realizando algo que realmente deseas? ¿Consideras que vale la pena el esfuerzo? ¿Consideras que vas a poder lograrlo? ¿Por qué? ¡Cuestiónate!

Recuerda la importancia de plantearte objetivos claros, realistas y, sobre todo, que de verdad te motiven y se conviertan en una meta a la que deseas llegar. Asimismo, pregúntate si tal vez estás planteándote objetivos demasiado ambiciosos o si tal vez sea necesario fragmentarlos en metas más pequeñas, que sean más alcanzables y se conviertan a la vez en fuente de motivación.

Con estas preguntas podremos ir llegando al núcleo de nuestra falta de voluntad y descubrir cuál es la causa real que se esconde detrás. Ya que con frecuencia, nuestro estilo de pensamiento y creencias suelen limitarnos en la consecución de nuestros objetivos si no permanecemos en alerta.


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  • Rojas Montes, Enrique. (1994) La conquista de la voluntad. Ediciones Temas de hoy, S.A.
  • Amador, C. E., & Garín, F. L. (2017). Fuerza de voluntad y espíritu de sacrificio. Armas y Cuerpos, (136), 43-50.

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